El origen de esta iniciativa se remonta a un incidente violento que vivió Lidia Mayta, una comerciante y secretaria de salud comunitaria, cuando fue atacada por ladrones frente a su casa. Su experiencia de vulnerabilidad la llevó a buscar en el taekwondo una forma de nunca sentirse indefensa nuevamente. Tres años después de ese evento, Lidia se convierte no solo en una practicante sino también en instructora, ayudando a traducir las instrucciones al aimara, una de las lenguas indígenas de Bolivia, y empoderando a otras mujeres a superar el miedo y aprender a defenderse.
El programa Warmi Power, fundado en 2015 por Laura Roca y Kimberly Nosa, ambas cinturones negros en taekwondo, ha capacitado a más de 35,000 mujeres en todo el país. El objetivo va más allá de la autodefensa; se trata de un esfuerzo de prevención de violencia y un llamado al empoderamiento femenino en un contexto donde ocho de cada diez mujeres bolivianas experimentan violencia física en algún momento de sus vidas.

Los datos gubernamentales revelan que, solo en 2023, más de 51,000 mujeres informaron ser víctimas de violencia, siendo sus parejas o esposos los perpetradores en la mayoría de los casos. Estas cifras alarmantes subrayan la importancia de iniciativas como Warmi Power, que no solo enseñan técnicas de defensa sino que también fomentan la autoestima y la solidaridad entre las mujeres.
El alto índice de feminicidios, con 1,085 casos reportados desde la promulgación de una ley específica en 2013, destaca la urgente necesidad de acciones concretas contra la violencia de género. A pesar de las leyes existentes, críticos argumentan que no se dedican suficientes recursos para combatir eficazmente el crimen de género en Bolivia.