Canadá ha intensificado sus esfuerzos en el Ártico, reforzando su presencia militar y trabajando estrechamente con los Rangers canadienses, un grupo de reservistas compuesto en gran medida por miembros de comunidades indígenas. El país posee una vasta extensión en esta región que abarca casi 4 millones de km², casi la mitad de su superficie total, lo que lo convierte en un área de enfoque estratégico esencial para el gobierno liderado por el primer ministro Mark Carney.
En una reciente visita a Iqaluit, Carney calificó al Ártico como una "prioridad estratégica" y anunció la adquisición de un sistema de radar de alerta temprana de origen australiano, junto con inversiones significativas para mejorar la vivienda y modernizar las plantas de energía en comunidades del norte. Estas medidas forman parte de un esfuerzo por integrar y mejorar las condiciones de vida de las comunidades locales mientras se refuerzan las capacidades de defensa.
La visita coincidió con la conclusión de la Operación Nanook, un ejercicio militar que involucró aproximadamente a 650 personas. Este operativo no solo incluyó personal canadiense, sino también a fuerzas de aliados internacionales como Estados Unidos, Reino Unido, Bélgica, Suecia y Finlandia. Este ejercicio busca optimizar la preparación para operar en las demandantes condiciones del Ártico y garantizar la soberanía en la región.
Los Rangers canadienses cumplen un papel crucial en estos esfuerzos. Con alrededor de 5,000 miembros procedentes de 200 comunidades diferentes y manejando 26 lenguas y dialectos, estos reservistas contribuyen ofreciendo su conocimiento del terreno ártico. Equipados para enfrentar temperaturas extremas de hasta -50 °C, los Rangers acampan en el hielo marino y consumen alimentos como pescado salado, carne de caribú y aceite de beluga para resistir las condiciones climáticas adversas. Su habilidad para orientarse sin GPS, basándose en corrientes de nieve, viento y estrellas, resulta invaluable.
Sin embargo, su labor no se limita a la navegación. También actúan como guías en sitios remotos, controlan depredadores y enseñan técnicas de supervivencia en el ártico. Esta colaboración con el ejército canadiense, basada en la confianza y el respeto mutuos, tiene como objetivo maximizar la seguridad en la complicada geografía del norte.
El contexto histórico no debe ignorarse. En la década de 1950, los Inuit fueron forzados a abandonar sus territorios tradicionales, sufriendo un impacto profundo en sus modos de vida. Hoy, líderes como PJ Akeeagok, premier de Nunavut, subrayan cómo estas comunidades han aportado significativamente a la identidad canadiense como nación ártica. Estas iniciativas no solo refuerzan la soberanía del Ártico, sino que también representan un reconocimiento al conocimiento y la contribución de los pueblos indígenas, una parte esencial del tejido social de Canadá.
El despliegue en el Ártico canadiense evidencia un compromiso multifacético, donde convergen el fortalecimiento militar, el respeto hacia las comunidades locales y las necesidades estratégicas. Las inversiones y operaciones no solo apuntan a mejorar las condiciones de vida y la infraestructura del lugar, sino también a salvaguardar una región clave en medio de crecientes desafíos globales.
Los Rangers canadienses, diseñados inicialmente en 1947 como una fuerza de reservistas locales, se especializan en operar en las áreas más remotas y desafiantes de Canadá, siendo un vínculo esencial entre el ejército y las regiones indígenas del norte.