OpenAI ha confirmado que la inclusión de expresiones de cortesía en las interacciones con ChatGPT implica un impacto financiero significativo, según reconoció Sam Altman, CEO de la compañía, en la plataforma X (anteriormente Twitter). Altman indicó que los costos operativos derivados de la cortesía alcanzan "decenas de millones de dólares", aunque no precisó la cifra exacta.
tens of millions of dollars well spent--you never know
— Sam Altman (@sama) April 16, 2025
El procesamiento de cada consulta en ChatGPT-4 requiere aproximadamente 0.14 kilovatios-hora (kWh) de energía, el equivalente a mantener 14 bombillas LED encendidas durante una hora. Este consumo es aproximadamente diez veces mayor que el que demanda una búsqueda estándar en el buscador Google. En conjunto, los centros de datos responsables de alimentar estos modelos de inteligencia artificial representan alrededor del 2% del consumo eléctrico global. Expertos advierten que esa proporción podría crecer rápidamente ante el aumento de la demanda de servicios de IA generativa en todo el mundo.
El costo medioambiental va más allá de la electricidad: un estudio de la Universidad de California, Riverside, muestra que la generación de 100 palabras con GPT-4 puede requerir hasta tres botellas de agua, necesarias para enfriar los servidores durante su funcionamiento. Incluso una respuesta breve, como “de nada”, consume aproximadamente 1.5 onzas de agua.
El comportamiento de los usuarios también influye notablemente en estos costos. Según una encuesta realizada en 2024, 67% de los usuarios estadounidenses utiliza lenguaje cortés al interactuar con chatbots. De ellos, 55% lo hace porque considera éticamente correcta la cortesía, mientras que 12% piensa que así previene una posible rebelión de la IA. Según Kurtis Beavers, experto en IA de Microsoft, el uso de un lenguaje educado no solo refleja buenos modales, sino que también impacta la naturaleza de las respuestas de la IA, promoviendo interacciones más respetuosas y colaborativas.
El dato financiero y ambiental expone la complejidad de operar sistemas de inteligencia artificial a gran escala y cómo incluso costumbres humanas como la cortesía pueden traducirse en consumos considerables de recursos y gastos para las empresas responsables de estas plataformas. Las cifras detalladas han sido señaladas y analizadas por medios como Quartz, New York Post y TechCrunch, que coinciden en resaltar el pronunciado impacto de estas interacciones en los recursos energéticos y hídricos globales y en los balances de costos de OpenAI.