El experimento ANITA, una plataforma de instrumentos transportados por globos de gran altitud sobre la Antártida, captó varias señales de radio inusuales a aproximadamente 30 grados por debajo de la superficie del hielo. Estas señales, de acuerdo con la física actual, no deberían haber sido detectables, ya que para alcanzarlas el pulso radial habría tenido que cruzar miles de kilómetros de roca, perdiendo energía en el camino y absorbido casi completamente antes de fijarse en el sistema de detección.
Originalmente, ANITA fue diseñado para identificar el rastro de neutrinos de ultra alta energía, partículas subatómicas con carga nula y mínima masa, extremadamente difíciles de registrar debido a su limitada interacción con la materia. Se calcula que, cada segundo, un billón de neutrinos atraviesan una superficie del tamaño de una uña, pero su detección directa es excepcional. El equipo de ANITA, sin embargo, determinó que las señales capturadas no correspondían a neutrinos, descartando así la explicación más probable para el fenómeno.
ANITA se encuentra a unos 40 kilómetros por encima de la superficie antártica y busca captar emisiones de radio causadas por los neutrinos al interactuar con el hielo, proceso que produce cascadas de partículas secundarias conocidas como leptones tau. Cuando los leptones tau emergen del hielo y se descomponen en el aire, generan lluvias de partículas secundarias que el instrumento está preparado para registrar.
Durante la investigación, los científicos filtraron señales de fondo propias de rayos cósmicos convencionales y lluvias ascendentes mediante el análisis de múltiples vuelos y simulaciones matemáticas detalladas. Posteriores comparaciones con modelos teóricos y otras bases de datos robustas permitieron eliminar la atribución a partículas conocidas. Además, los esfuerzos de verificación cruzada con otros observatorios independientes, incluyendo el Experimento IceCube y el Observatorio Pierre Auger, no detectaron eventos coincidentes, reforzando el carácter anómalo de la señal y descartando una correlación directa con fenómenos identificados por otros métodos.
La discusión teórica sobre el origen de las señales abarca hipótesis sobre la materia oscura, aunque la ausencia de confirmación independiente en IceCube y Auger dificulta avanzar en esa línea. Actualmente, científicos de Penn State impulsan el desarrollo del detector PUEO, de mayores dimensiones y mayor sensibilidad, con la intención de precisar la naturaleza de este fenómeno inusual.
Los hallazgos del experimento ANITA y el proceso de revisión de la señal anómala han sido publicados en la revista Physical Review Letters, generando interés y debate en la comunidad de física de partículas sobre la posibilidad de nuevas formas de interacción o de elementos aún no comprendidos en el modelo estándar.