Rusia fortalecerá su presencia militar y nuclear en el Ártico con la inminente entrada en servicio del submarino Knyaz Pozharsky, el más reciente de la clase Borei-A, con despliegue programado para junio de 2025. Este sumergible es el octavo de la serie Borei y el quinto construido bajo la variante mejorada Proyecto 955A, y fue botado el 3 de febrero de 2024 en el astillero Sevmash, el único capaz de producir submarinos nucleares en el país. Actualmente, se encuentra realizando pruebas de misiles y validación de sistemas.
El Knyaz Pozharsky posee un desplazamiento sumergido de 24.000 toneladas y cuenta con sigilo avanzado, propulsión a chorro de agua y mejoras en la habitabilidad, diseñadas para sustituir a los viejos submarinos de las clases Delta III, Delta IV y Typhoon. Está equipado con un reactor de agua a presión VM-5 que entrega aproximadamente 190 megavatios de energía térmica.
Cada unidad de esta clase puede portar hasta 16 misiles balísticos intercontinentales RSM-56 Bulava. Cada misil puede armarse con entre 4 y 6 ojivas nucleares, acumulando un total de hasta 96 ojivas en cada submarino y proporcionando una robusta capacidad de segundo ataque. En términos de tamaño y capacidades, el Borei-A supera al principal submarino de la Marina de Estados Unidos, la clase Ohio.
El presidente Vladimir Putin ha calificado la Flota del Norte, que cuenta con aproximadamente 31 submarinos y representa cerca del 40% del total de sumergibles rusos, como la "más poderosa" del país. El Knyaz Pozharsky, al integrarse a esta flota, refuerza la postura defensiva y el alcance operativo ruso en el Ártico y Atlántico Norte, alineándose con la Doctrina Marítima de Rusia de 2022. Esta doctrina establece cuatro objetivos en el Alto Norte: defensa, explotación de recursos, desarrollo de la Ruta del Mar del Norte y consolidación de la competencia estratégica global.
La inversión rusa en expansión naval asciende a cerca de 8,4 billones de rublos (100.000 millones de dólares) hasta 2035, destinando fondos especialmente a los proyectos Borei-A y Yasen-M. En los últimos cinco años, la Marina rusa ha incorporado 49 nuevos buques, incluyendo cuatro Borei-A y cuatro Yasen-M. La última unidad Yasen-M, el submarino Perm, fue lanzada en marzo de 2025 y se prevé que entre en servicio con misiles hipersónicos Zircon para la Flota del Pacífico en 2026.
La militarización del Ártico implica una carrera multidimensional. Además de Rusia y la OTAN, China se ha autodenominado como "estado cuasiártico" y está ampliando sus actividades científicas y comerciales en la región, lo que genera inquietud en Occidente. Estados Unidos, Canadá, Noruega y Dinamarca, todos miembros de la OTAN, han incrementado sus ejercicios y despliegues navales en el Ártico, mientras que Washington refuerza la financiación para rompehielos y capacidades logísticas en el área.
Paralelamente, Rusia explora soluciones navales innovadoras mediante el diseño de submarinos de propulsión nuclear para el transporte de gas natural licuado (GNL) en el Ártico, sin requerir rompehielos. Este desarrollo es liderado por la oficina de diseño Malachite, bajo el Instituto Kurchatov, y cuenta con respaldo de Gazprom y NOVATEK, aunque expertos han cuestionado su viabilidad.
La dirección estratégica y modernización naval está siendo guiada por un nuevo Colegio Marítimo, presidido por Nikolai Patrushev, ex Secretario del Consejo de Seguridad, encargado de coordinar la seguridad y los intereses marítimos de Rusia en el Ártico.
La puesta en servicio del Knyaz Pozharsky subraya la consolidación de Rusia como potencia nuclear y militar en el Ártico, en un contexto donde la región adquiere nuevo protagonismo por el retroceso del hielo, la apertura de rutas marítimas y el acceso a recursos energéticos estratégicos.