El acné, una de las afecciones cutáneas más comunes y frustrantes, podría estar cerca de encontrar una solución innovadora gracias a la biología sintética. Investigadores han logrado modificar genéticamente la bacteria Cutibacterium acnes, comúnmente presente en nuestra piel, para que produzca y secrete una molécula que reduce la acumulación de sebo, una sustancia oleosa que, en exceso, puede bloquear los poros y causar acné.
Este enfoque representa un cambio radical en el tratamiento del acné. Tradicionalmente, los tratamientos severos para esta afección, como los antibióticos, tienden a eliminar bacterias beneficiosas, o en el caso de medicamentos como la isotretinoína, pueden tener efectos secundarios adversos. Sin embargo, la estrategia de modificar genéticamente las bacterias de la piel para combatir el acné desde dentro es una alternativa prometedora que evita estos problemas.
El equipo de investigación, liderado por Nastassia Knödlseder, se inspiró en el mecanismo de acción de la isotretinoína, que activa un gen para producir una proteína llamada NGAL (lipocalina asociada a gelatinasa de neutrófilos), indicando a los tejidos productores de aceite que cesen su actividad. Al lograr que C. acnes produzca NGAL, se abre la posibilidad de tratar el acné sin los efectos secundarios de la isotretinoína.
Los experimentos realizados en cultivos de laboratorio y en modelos animales han mostrado resultados prometedores. La aplicación de la cepa modificada de C. acnes en cultivos de sebocitos (células productoras de sebo) resultó en una reducción significativa de los niveles de sebo. Además, en experimentos con ratones, la bacteria modificada produjo NGAL y se ubicó profundamente dentro de los folículos pilosos, sin causar inflamación incrementada.