El estudio realizado por la Universidad Nacional de Australia (ANU), en colaboración con la empresa tecnológica Aeolus, examina el potencial de los aerosoles atmosféricos para modificar el desarrollo de los ciclones tropicales, uno de los fenómenos naturales más destructivos. El objetivo principal de esta línea de investigación es limitar el crecimiento e intensidad de estos eventos antes de que amenacen a poblaciones y comunidades costeras.
Según el análisis, los huracanes han provocado 7,211 muertes en Estados Unidos desde 1980 y generan un daño promedio de 23 mil millones de dólares por evento. La temporada de huracanes en el Atlántico abarca del 1 de junio al 30 de noviembre, mientras que en el Pacífico Oriental inicia el 15 de mayo y se extiende hasta el 30 de noviembre.
Los resultados revelan que la dispersión de partículas de aerosol de distintos tamaños tiene impactos variables sobre el desarrollo ciclónico. Las partículas gruesas (entre 1 y 4 micrones) son capaces de desacelerar inicialmente el fortalecimiento del vórtice, aunque aerosoles finos (entre 0.05 y 1 micrón) y ultrafinos (menores a 0.05 micrones) pueden, inicialmente, intensificar el ciclón, para posteriormente debilitarlo con mayor eficacia que los aerosoles gruesos. El éxito de esta tecnología depende de aplicar la dispersión de aerosoles durante la fase de “embrión” del ciclón, es decir, antes de su transición a tormenta tropical.
La metodología propuesta enfrenta desafíos operativos. Se requiere la utilización de múltiples aeronaves para esparcir los aerosoles en cuestión de horas, y existe dificultad para atribuir de manera concluyente el debilitamiento del ciclón exclusivamente a la intervención tecnológica en lugar de a fluctuaciones meteorológicas naturales.
La cooperación entre la ANU y Aeolus concentra sus esfuerzos en debilitar formaciones ciclónicas en etapas preliminares. Las pruebas iniciales se consideran más viables frente a la costa de Australia Occidental en el Océano Índico, donde la trayectoria de los ciclones típicamente no afecta a zonas habitadas, permitiendo verificar los modelos sin riesgo para la población.
La investigación forma parte de una respuesta global ante el aumento en la frecuencia e intensidad de los ciclones tropicales. Solo en 2024, la temporada de huracanes del Atlántico fue categorizada como la tercera más costosa en registros históricos. Se prevé que la temporada 2025 alcance hasta 19 eventos ciclónicos, incluidos hasta cinco huracanes de categoría 3 o superior.
Los ciclones representan no sólo una amenaza directa para la vida y la infraestructura, sino que también pueden ocasionar daños severos al medio ambiente a través de la destrucción de instalaciones energéticas y la liberación de sustancias químicas peligrosas. El avance en estrategias de mitigación, como la propuesta con aerosoles atmosféricos, ofrece una nueva vía para enfrentar el impacto creciente de estos fenómenos.