El Atlántico Norte contiene aproximadamente 27 millones de toneladas de nanoplásticos, según un estudio liderado por científicos del Royal Netherlands Institute for Sea Research (NIOZ) y la Universidad de Utrecht. La investigación, desarrollada durante una expedición de cuatro semanas a bordo del RV Pelagia, involucró el muestreo en 12 puntos diferentes del Atlántico Norte, donde el agua se filtró para aislar partículas mayores a 1 micrómetro y fue analizada mediante espectrometría de masas.
El análisis químico identificó PVC (policloruro de vinilo), PET (tereftalato de polietileno) y poliestireno (PS) como los principales tipos de plásticos presentes. En la capa mixta superficial, equivalente a los primeros cientos de metros sobre el nivel de profundidad, la concentración promedio de nanoplásticos fue de 18.1 ± 2.1 mg por metro cúbico. Las mediciones mostraron que las zonas costeras presentan una concentración 1.5 veces superior que el océano abierto, registrando 25.0 ± 4.2 mg/m³ contra 16.7 ± 3.5 mg/m³ respectivamente. En la zona central del giro subtropical del Atlántico las concentraciones se situaron en 15.1 ± 3.3 mg/m³.
Asimismo, la distribución vertical revela una disminución de la concentración con la profundidad: a 1,000 metros se detectaron 10.9 ± 1.6 mg/m³ y en el fondo oceánico, los valores descendieron a 5.5 ± 0.6 mg/m³, evidenciando un descenso de 1.4 veces entre la capa mixta y las aguas intermedias, y de 2 veces entre aguas intermedias y el fondo. El estudio destaca la presencia significativa de PET a grandes profundidades, confirmando que los nanoplásticos están presentes en todas las capas oceánicas.
Según los expertos, la mayor parte de estos contaminantes proviene de la degradación de residuos plásticos mayores, sumados a aportes por escorrentía fluvial y deposición atmosférica. La investigación subraya el impacto de estas partículas en toda la cadena alimentaria marina, desde bacterias y plancton hasta peces y depredadores superiores, incluyendo humanos, pues se ha comprobado que los nanoplásticos pueden atravesar barreras biológicas y se han detectado en tejidos cerebrales humanos.
La publicación en Nature, que recoge el resultado de más de seis décadas de preocupación respecto a la contaminación plástica desde los años 60, argumenta que la proporción de contaminación previamente estimada ha sido sustancialmente superada por estos nuevos hallazgos, colocando a los nanoplásticos como una de las principales amenazas ambientales para los ecosistemas marinos del Atlántico Norte.