Recientemente, Darren Woods, CEO de ExxonMobil, ha provocado una ola de indignación tras señalar al público como el principal responsable de los fracasos en abordar la crisis climática. Según Woods, el verdadero desafío no recae en las empresas petroleras, sino en la disposición del público a financiar la costosa transición hacia energías limpias. Esta perspectiva ofrece un giro controversial a la narrativa predominante, que suele colocar a las grandes petroleras en el centro de la problemática climática debido a sus significativas emisiones de gases de efecto invernadero.
Los comentarios de Woods emergen en un momento crítico, donde la acción climática se considera más urgente que nunca. A pesar de las crecientes evidencias y llamados a la acción, el CEO de ExxonMobil sugiere que la transición energética se ve obstaculizada por una simple cuestión de economía doméstica: la disposición a pagar por combustibles menos contaminantes. Esta afirmación ha sido recibida con escepticismo y crítica por parte de expertos en clima, quienes argumentan que desplazar la responsabilidad hacia los consumidores minimiza el papel que las corporaciones han jugado en la escalada de la crisis climática.
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Las declaraciones de Woods no solo han encendido el debate sobre quién debe liderar y financiar los esfuerzos contra el cambio climático, sino que también han puesto en relieve la estrategia de ExxonMobil y otras grandes petroleras de expandir sus operaciones fósiles mientras el mundo se enfrenta a límites de temperatura cada vez más restrictivos. La postura de ExxonMobil, centrada en la expansión de combustibles fósiles y una inversión relativamente menor en energías renovables, refleja una disonancia con las necesidades globales de reducción de carbono y la transición energética.
A lo largo de los años, numerosos documentos y análisis han demostrado que Exxon estaba consciente de los peligros del calentamiento global desde la década de 1970, pero eligió combatir activamente la acción climática y promover la desinformación. Este historial ha alimentado litigios en su contra en todo Estados Unidos, desafiando su narrativa reciente y cuestionando su compromiso con la solución de la crisis que ayudó a crear.