La investigación y producción de cristales espaciales de proteínas, antes vista como ciencia ficción, está a punto de dar un paso decisivo con el próximo lanzamiento del Dream Chaser, el avión espacial reutilizable desarrollado por Sierra Space, empresa con sede en Colorado. Este primer vuelo, programado para finales de 2024, incluirá el despliegue de un módulo impreso en 3D diseñado por ingenieros de Merck, el gigante farmacéutico multinacional, con el objetivo de explorar el potencial de los cristales cultivados en condiciones de microgravedad para mejorar la administración de medicamentos, especialmente tratamientos contra el cáncer.
El crecimiento de cristales en el espacio ha demostrado ventajas sustantivas, según el Laboratorio Nacional de la Estación Espacial Internacional: la microgravedad permite un movimiento más lento y uniforme de las moléculas durante la cristalización, lo que favorece resultados de mayor calidad. Esta propiedad es especialmente valiosa en el desarrollo de anticuerpos monoclonales, ya que puede posibilitar formulaciones de fármacos subcutáneos de administración más estable, ofreciendo la posibilidad de que los pacientes se autoinyecten en casa y prescindiendo de sesiones costosas de quimioterapia hospitalaria.
La historia de esta tecnología se remonta a los primeros experimentos de los años ochenta realizados tanto en vuelos puntuales como a bordo del Transbordador Espacial. Sin embargo, los elevados costos, con cada misión estimada en unos 1.500 millones de dólares, limitaron el progreso. El auge de empresas como SpaceX ha permitido reducir el coste actual de poner carga en órbita hasta los 2.000 dólares por kilogramo, dinamizando la investigación comercial y científica en el espacio.
El Dream Chaser destaca no solo por su diseño compacto —alrededor de un cuarto de la longitud del Transbordador Espacial—, sino también por su capacidad de aterrizar en pistas de tamaño comercial y su método de recuperación de carga, que permite retirar materiales sensibles apenas una hora después del aterrizaje. Esta rapidez contrasta con las cápsulas tradicionales, como Dragon o Soyuz, donde la carga puede pasar varios días en tránsito desde el amerizaje hasta el laboratorio.
La NASA, tras ubicar a Sierra Space en tercer lugar en la competencia por el contrato de transporte tripulado (CCtCap), ha facilitado suficientes contratos de carga para hacer viable el relanzamiento y adaptación del Dream Chaser para operaciones no tripuladas. Según Meagan Crawford, directora de SpaceFund, el diseño ofrece ventajas logísticas significativas: "El avión espacial tiene la física opuesta [a las cápsulas]: puede transportar el doble de lo que transporta una cápsula tradicional".
El módulo que será puesto a prueba en la Estación Espacial Internacional consiste en una serie de tubos, émbolos y cápsulas manufacturados en impresión 3D. Una vez en órbita, el experimento requerirá la intervención de un astronauta para secuenciar la apertura de válvulas y permitir el crecimiento cristalino específico, tras lo cual la carga será devuelta a la Tierra para un rápido análisis en los laboratorios de Merck.
El reto de la integridad durante la reentrada ha sido clave: los aterrizajes con cápsulas pueden implicar fuerzas equivalentes al choque de un auto a 32 km/h, riesgo que Dream Chaser busca minimizar con su diseño planeador y capacidad de aterrizaje suave en pistas convencionales. El Dr. Tom Marshburn, astronauta jefe y vicepresidente de ingeniería de factores humanos en Sierra Space, ha señalado que esta innovación podría ser decisiva para nuevas generaciones de materiales y medicamentos.
Mientras la Estación Espacial Internacional tiene fecha prevista de desmantelamiento hacia el final de la década, Sierra Space planea posicionar módulos orbitales inflables de uso comercial propios, lo que les permitiría independencia técnica y operativa. El interés económico es sólido, respaldado por el número creciente de startups (entre ellas Venus Aerospace, Radian Aerospace, Dawn Aerospace y Virgin Galactic) que desarrollan vehículos para carga y turismo espacial.
Además del desarrollo farmacéutico, Sierra Space explora asociaciones como la realizada con Honda para introducir nuevas celdas de combustible en órbita, y otras empresas como Space Forge avanzan en la producción de materiales semiconductores de alta precisión mediante técnicas de aterrizaje igualmente suaves.
En cuanto a la hoja de ruta, el primer modelo Dream Chaser, conocido como Tenacity, se encuentra en fase final de pruebas en instalaciones de la NASA a la espera de lanzamiento. El segundo modelo, Reverence, ya está en proceso de producción. Actualmente, la nave está destinada exclusivamente a carga, pero Sierra Space no descarta su adaptación futura para transporte de personal, especialmente en caso de que surjan nuevas oportunidades debido a retrasos o problemas en otros programas como el Starliner.
Este proyecto representa una apuesta estratégica por la manufactura en microgravedad y la integración de nuevas capacidades logísticas para la biotecnología y la industria aeroespacial privada.