Ciencia

Elefantes desarrollaron resistencia al cáncer con 20 copias del gen TP53, una pista para la medicina humana

Un estudio reciente ha confirmado que los elefantes presentan una tasa de mortalidad por cáncer notablemente baja debido a la presencia de 20 copias del gen TP53, en contraste con la única copia presente en los humanos, lo que les permite una mayor vigilancia y reparación de su ADN.

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Elefantes desarrollaron resistencia al cáncer con 20 copias del gen TP53, una pista para la medicina humana

Un estudio reciente ha confirmado que los elefantes presentan una tasa de mortalidad por cáncer notablemente baja debido a la presencia de 20 copias del gen TP53, en contraste con la única copia presente en los humanos, lo que les permite una mayor vigilancia y reparación de su ADN.

"Si el animal es grande y vive mucho tiempo, entonces debería tener más probabilidades de desarrollar cáncer. Pero eso no sucede porque la evolución ha intervenido"

– Explicó Richard Peto, epidemiólogo que definió la paradoja que lleva su nombre.

21/5/2025

La baja incidencia de cáncer en elefantes ha sido objeto de múltiples investigaciones. Según estudios recientes publicados en 2025, estos animales registran una tasa de mortalidad por cáncer del 5%, muy por debajo del 25% que presentan los humanos, cifra que se mantiene tanto a nivel global como en países como el Reino Unido. El fenómeno se atribuye principalmente a la existencia de 20 copias del gen supresor de tumores TP53 en cada célula de los elefantes, mientras que los humanos solo disponen de una.


La proteína p53, producida por TP53, impide la división de células con daño en el ADN y actúa como un regulador clave en la detección de células potencialmente cancerosas. En los elefantes, las múltiples versiones de TP53 incrementan la eficacia de la reparación y supervisión genética, ya que cada copia interactúa de forma distinta con otras proteínas, lo que dificulta el desarrollo y supervivencia de células malignas. Esta característica se traduce en una mayor tendencia de las células dañadas a autodestruirse antes de que puedan formar tumores.


La paradoja de Peto, propuesta por Richard Peto, plantea que los animales con mayor masa corporal y longevidad tendrían, teóricamente, más probabilidades de desarrollar cáncer. No obstante, estudios realizados en 2025, que analizaron alrededor de 260 especies, demuestran que los elefantes presentan tasas significativamente inferior a la de otros animales de tamaño similar o inferior, desafiando las expectativas estadísticas y biológicas.


Investigaciones publicadas en la revista Molecular Biology and Evolution describen cómo las isoformas del gen p53 en elefantes han evolucionado para anular la represión de MDM2, proteína responsable de inactivar p53 en otros mamíferos, lo que fortalece los mecanismos antitumorales de la especie. Otra hipótesis planteada sugiere que la multiplicidad de TP53 surgió también como una adaptación evolutiva para proteger su esperma del daño térmico, ya que, a diferencia de la mayoría de los mamíferos, los testículos de los elefantes permanecen dentro del cuerpo.


En el entorno de zoológicos, la tasa de mortalidad por cáncer entre elefantes es aún menor al 5%, fortaleciendo la evidencia de una robusta defensa biológica natural. Estas características hacen de los elefantes un modelo de estudio clave para avanzar en la investigación oncológica, con posible impacto en el desarrollo de futuras terapias para humanos. Las comparaciones inter-especies han servido para destacar el papel fundamental del gen TP53 y la proteína p53 en la resistencia al cáncer y ofrecen nuevas perspectivas para la biología del cáncer.

Algo Curioso

"Si el animal es grande y vive mucho tiempo, entonces debería tener más probabilidades de desarrollar cáncer. Pero eso no sucede porque la evolución ha intervenido"

– Explicó Richard Peto, epidemiólogo que definió la paradoja que lleva su nombre.

May 21, 2025
Colglobal News

La baja incidencia de cáncer en elefantes ha sido objeto de múltiples investigaciones. Según estudios recientes publicados en 2025, estos animales registran una tasa de mortalidad por cáncer del 5%, muy por debajo del 25% que presentan los humanos, cifra que se mantiene tanto a nivel global como en países como el Reino Unido. El fenómeno se atribuye principalmente a la existencia de 20 copias del gen supresor de tumores TP53 en cada célula de los elefantes, mientras que los humanos solo disponen de una.


La proteína p53, producida por TP53, impide la división de células con daño en el ADN y actúa como un regulador clave en la detección de células potencialmente cancerosas. En los elefantes, las múltiples versiones de TP53 incrementan la eficacia de la reparación y supervisión genética, ya que cada copia interactúa de forma distinta con otras proteínas, lo que dificulta el desarrollo y supervivencia de células malignas. Esta característica se traduce en una mayor tendencia de las células dañadas a autodestruirse antes de que puedan formar tumores.


La paradoja de Peto, propuesta por Richard Peto, plantea que los animales con mayor masa corporal y longevidad tendrían, teóricamente, más probabilidades de desarrollar cáncer. No obstante, estudios realizados en 2025, que analizaron alrededor de 260 especies, demuestran que los elefantes presentan tasas significativamente inferior a la de otros animales de tamaño similar o inferior, desafiando las expectativas estadísticas y biológicas.


Investigaciones publicadas en la revista Molecular Biology and Evolution describen cómo las isoformas del gen p53 en elefantes han evolucionado para anular la represión de MDM2, proteína responsable de inactivar p53 en otros mamíferos, lo que fortalece los mecanismos antitumorales de la especie. Otra hipótesis planteada sugiere que la multiplicidad de TP53 surgió también como una adaptación evolutiva para proteger su esperma del daño térmico, ya que, a diferencia de la mayoría de los mamíferos, los testículos de los elefantes permanecen dentro del cuerpo.


En el entorno de zoológicos, la tasa de mortalidad por cáncer entre elefantes es aún menor al 5%, fortaleciendo la evidencia de una robusta defensa biológica natural. Estas características hacen de los elefantes un modelo de estudio clave para avanzar en la investigación oncológica, con posible impacto en el desarrollo de futuras terapias para humanos. Las comparaciones inter-especies han servido para destacar el papel fundamental del gen TP53 y la proteína p53 en la resistencia al cáncer y ofrecen nuevas perspectivas para la biología del cáncer.

La baja incidencia de cáncer en elefantes ha sido objeto de múltiples investigaciones. Según estudios recientes publicados en 2025, estos animales registran una tasa de mortalidad por cáncer del 5%, muy por debajo del 25% que presentan los humanos, cifra que se mantiene tanto a nivel global como en países como el Reino Unido. El fenómeno se atribuye principalmente a la existencia de 20 copias del gen supresor de tumores TP53 en cada célula de los elefantes, mientras que los humanos solo disponen de una.


La proteína p53, producida por TP53, impide la división de células con daño en el ADN y actúa como un regulador clave en la detección de células potencialmente cancerosas. En los elefantes, las múltiples versiones de TP53 incrementan la eficacia de la reparación y supervisión genética, ya que cada copia interactúa de forma distinta con otras proteínas, lo que dificulta el desarrollo y supervivencia de células malignas. Esta característica se traduce en una mayor tendencia de las células dañadas a autodestruirse antes de que puedan formar tumores.


La paradoja de Peto, propuesta por Richard Peto, plantea que los animales con mayor masa corporal y longevidad tendrían, teóricamente, más probabilidades de desarrollar cáncer. No obstante, estudios realizados en 2025, que analizaron alrededor de 260 especies, demuestran que los elefantes presentan tasas significativamente inferior a la de otros animales de tamaño similar o inferior, desafiando las expectativas estadísticas y biológicas.


Investigaciones publicadas en la revista Molecular Biology and Evolution describen cómo las isoformas del gen p53 en elefantes han evolucionado para anular la represión de MDM2, proteína responsable de inactivar p53 en otros mamíferos, lo que fortalece los mecanismos antitumorales de la especie. Otra hipótesis planteada sugiere que la multiplicidad de TP53 surgió también como una adaptación evolutiva para proteger su esperma del daño térmico, ya que, a diferencia de la mayoría de los mamíferos, los testículos de los elefantes permanecen dentro del cuerpo.


En el entorno de zoológicos, la tasa de mortalidad por cáncer entre elefantes es aún menor al 5%, fortaleciendo la evidencia de una robusta defensa biológica natural. Estas características hacen de los elefantes un modelo de estudio clave para avanzar en la investigación oncológica, con posible impacto en el desarrollo de futuras terapias para humanos. Las comparaciones inter-especies han servido para destacar el papel fundamental del gen TP53 y la proteína p53 en la resistencia al cáncer y ofrecen nuevas perspectivas para la biología del cáncer.

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