El secuestro de Luis Manuel Díaz, padre del futbolista Luis Díaz, ha concluido con su liberación el día de hoy, tras doce días de cautiverio. El acontecimiento ha generado una conmoción nacional, poniendo en riesgo las negociaciones de paz entre el Gobierno colombiano y el ELN, que habían acordado un alto el fuego hace tres meses. La liberación se ha llevado a cabo gracias a la intervención de una misión de la ONU y de la Iglesia, que recibieron a Díaz de manos de sus captores.
El proceso de liberación, que se había anunciado desde el 3 de noviembre, se vio retrasado por la presencia militar en la zona, según justificó el ELN. Para facilitar la entrega, las fuerzas armadas suspendieron temporalmente las operaciones de búsqueda en la Serranía del Perijá, permitiendo la creación de un corredor seguro para la transacción. Este evento ha evidenciado la complejidad de las dinámicas de poder dentro del ELN, cuyas células parecen actuar con autonomía respecto a las decisiones de la mesa de negociación.
El secuestro tuvo lugar el 28 de octubre cuando Luis Manuel Díaz y su esposa fueron abordados por hombres armados en una gasolinera de Barrancas, su pueblo natal. Aunque la madre fue liberada poco después debido a la presión ejercida por las autoridades, Luis Manuel permaneció en cautiverio. Durante este tiempo, la comunidad local se movilizó exigiendo su liberación, reflejando el apoyo popular hacia la familia Díaz y la indignación generalizada por el secuestro.
El caso tomó un giro inesperado cuando se reveló que el ELN estaba detrás del secuestro, lo que llevó a una intensificación de los esfuerzos por parte del Gobierno. El presidente Gustavo Petro, mostrando su desesperación por la lentitud del proceso, instó a una liberación inmediata, que finalmente se ha concretado hoy. La liberación de Luis Manuel Díaz no solo representa un alivio para su familia y para el país, sino que también plantea interrogantes sobre la viabilidad del proceso de paz en curso y la cohesión interna del ELN.