La comunidad de la isla de Pemba, en el archipiélago de Zanzíbar, Tanzania, se encuentra de luto tras el fallecimiento de ocho niños y un adulto debido a la ingesta de carne de tortuga marina, un platillo considerado tradicionalmente como una delicia local. Este trágico evento pone de manifiesto los peligros de chelonitoxismo, una forma de intoxicación alimentaria sin tratamiento conocido, causada por toxinas presentes en la carne de ciertas tortugas marinas. A pesar de ser una práctica con profundos lazos culturales, este incidente subraya la necesidad crítica de revisar y modificar las costumbres alimentarias que representan un riesgo significativo para la salud pública.
El Dr. Haji Bakari, un oficial médico del distrito de Mkoani en Pemba, confirmó que los análisis de laboratorio habían validado que todas las víctimas fallecidas habían consumido carne de tortuga marina. La pérdida de vidas se suma a un patrón preocupante de incidentes similares en la región, lo que ha llevado a las autoridades a intensificar sus esfuerzos para disuadir a la población de consumir esta carne potencialmente letal. La madre de uno de los niños fallecidos también se cuenta entre las víctimas, lo que añade una capa adicional de tragedia a este evento ya devastador.

A raíz de este suceso, un equipo de gestión de desastres, liderado por Hamza Hassan Juma, de la Casa de Representantes de Zanzíbar, se ha movilizado para instar a la población a abstenerse de consumir tortugas marinas. Este no es el primer incidente de chelonitoxismo en la región; en noviembre de 2021, siete personas, incluido un niño de tres años, fallecieron bajo circunstancias similares. Estos eventos trágicos han resaltado la necesidad imperante de medidas preventivas y educativas más sólidas dirigidas a erradicar esta práctica peligrosa.
El chelonitoxismo, aunque raro, es una enfermedad grave que puede presentar síntomas que van desde náuseas y vómitos hasta manifestaciones neurológicas más severas como la parálisis parcial y el coma, y en los peores casos, la muerte. La comunidad científica aún trabaja para entender completamente la farmacología o química del toxino responsable, lo que complica aún más el tratamiento de los afectados. Este reciente brote de intoxicaciones subraya la importancia de combinar las tradiciones culturales con un enfoque basado en la seguridad alimentaria y la salud pública.