El conflicto entre Israel y Hamás se recrudece con una nueva ola de ataques israelíes contra la Franja de Gaza tras la ruptura de la tregua establecida desde enero. Según declaraciones del ministro de Defensa, Israel Katz, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han recibido órdenes de avanzar territorialmente como parte de una ofensiva que busca presionar al grupo Hamás para liberar a los 59 rehenes israelíes que permanecen en cautiverio.
El martes, una serie de ataques aéreos marcó el inicio de esta ofensiva, descrita como "ininterrumpida" por fuentes locales y testigos, quienes reportaron el uso de drones, aviones, artillería y tanques israelíes. Entre las áreas recuperadas por las tropas israelíes se encuentra el corredor estratégico de Netzarim, utilizado para dividir el norte y sur de Gaza. Las fuerzas también han avanzado hacia Beit Lahiya, al norte, y Rafah, en el sur.
El impacto humanitario ha sido devastador. Según datos de la agencia de defensa civil de Gaza, al menos 504 personas han muerto desde la reanudación de los bombardeos, siendo esta una de las cifras más altas registradas en los últimos 17 meses de conflicto. Además, se estima que más de 124.000 personas, aproximadamente una de cada veinte, han sido desplazadas en Gaza en tan solo cinco días. Entre las víctimas y los desplazados hay un número significativo de civiles, incluidos niños.
La postura de Israel ha endurecido las tensiones en la región. Katz advirtió sobre anexiones territoriales y posibles ocupaciones permanentes si Hamás no libera a los rehenes. También anunció la posibilidad de ampliar "zonas de amortiguación" alrededor de Gaza para proteger a civiles y soldados israelíes. Esta estrategia implica despojar de territorio al grupo Hamás, una medida que analistas consideran un objetivo de larga data de sectores del gobierno y aparato de seguridad de Israel.
Por otro lado, las FDI informaron que los ataques han ido dirigidos contra sitios específicos que califican como "objetivos terroristas". Se atacaron instalaciones militares, buques en la zona costera de Gaza presuntamente destinados a operaciones terroristas, y sitios donde se preparaban lanzamientos de proyectiles. Pese a ello, una explosión atribuida a un proyectil de tanque ocasionó la muerte de un miembro del personal de la ONU y dejó gravemente heridos a otros cuatro; el ejército israelí negó su responsabilidad en este incidente.
En cuanto al contexto internacional, el gobierno de Estados Unidos manifestó su respaldo a Israel. Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, destacó que el presidente había advertido que si todos los rehenes no eran liberados, "se desataría un infierno". En paralelo, Hamás declaró estar revisando propuestas de mediación presentadas por Egipto y Estados Unidos, que incluyen una posible tregua de 30 a 60 días a cambio de liberar a los rehenes. Sin embargo, Hamás también ha respondido militarmente disparando cohetes hacia Tel Aviv, de los cuales uno fue interceptado y dos impactaron en zonas deshabitadas.
Mientras las operaciones militares se desarrollan, las tensiones internas en Israel se incrementan. Miles de ciudadanos protestan contra el primer ministro Benjamin Netanyahu, acusándolo de reanudar el conflicto en Gaza para fortalecer su posición política, y de descuidar la seguridad de los rehenes. Además, el Tribunal Supremo de Israel ordenó la suspensión temporal del despido de Ronen Bar, jefe del Shin Bet, decisión promovida por Netanyahu en medio de acusaciones de desconfianza.
En el frente humanitario, Gaza enfrenta una crisis agravada por el bloqueo del suministro de alimentos, combustible y ayuda humanitaria. La ONU advirtió que el organismo que gestiona la ayuda alimentaria en Gaza solo tiene harina suficiente para distribuir por seis días, agravando la situación de miles de civiles atrapados en medio del conflicto.
Desde el inicio de este enfrentamiento en octubre de 2023, más de 49.000 personas han muerto como resultado de la ofensiva israelí en Gaza, en su mayoría civiles, mientras que en el ataque sorpresa de Hamás al inicio del conflicto murieron unas 1.200 personas, la mayoría de ellas civiles israelíes. El último alto el fuego en Gaza, acordado en enero en tres fases, fue interrumpido antes de que pudiera implementarse una segunda etapa que preveía la liberación de todos los rehenes y el cese permanente de las hostilidades. Esta ruptura evidenció la fragilidad de los acuerdos en el contexto del prolongado conflicto.
El conflicto entre Israel y Hamás se recrudece con una nueva ola de ataques israelíes contra la Franja de Gaza tras la ruptura de la tregua establecida desde enero. Según declaraciones del ministro de Defensa, Israel Katz, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han recibido órdenes de avanzar territorialmente como parte de una ofensiva que busca presionar al grupo Hamás para liberar a los 59 rehenes israelíes que permanecen en cautiverio.
El martes, una serie de ataques aéreos marcó el inicio de esta ofensiva, descrita como "ininterrumpida" por fuentes locales y testigos, quienes reportaron el uso de drones, aviones, artillería y tanques israelíes. Entre las áreas recuperadas por las tropas israelíes se encuentra el corredor estratégico de Netzarim, utilizado para dividir el norte y sur de Gaza. Las fuerzas también han avanzado hacia Beit Lahiya, al norte, y Rafah, en el sur.
El impacto humanitario ha sido devastador. Según datos de la agencia de defensa civil de Gaza, al menos 504 personas han muerto desde la reanudación de los bombardeos, siendo esta una de las cifras más altas registradas en los últimos 17 meses de conflicto. Además, se estima que más de 124.000 personas, aproximadamente una de cada veinte, han sido desplazadas en Gaza en tan solo cinco días. Entre las víctimas y los desplazados hay un número significativo de civiles, incluidos niños.
La postura de Israel ha endurecido las tensiones en la región. Katz advirtió sobre anexiones territoriales y posibles ocupaciones permanentes si Hamás no libera a los rehenes. También anunció la posibilidad de ampliar "zonas de amortiguación" alrededor de Gaza para proteger a civiles y soldados israelíes. Esta estrategia implica despojar de territorio al grupo Hamás, una medida que analistas consideran un objetivo de larga data de sectores del gobierno y aparato de seguridad de Israel.
Por otro lado, las FDI informaron que los ataques han ido dirigidos contra sitios específicos que califican como "objetivos terroristas". Se atacaron instalaciones militares, buques en la zona costera de Gaza presuntamente destinados a operaciones terroristas, y sitios donde se preparaban lanzamientos de proyectiles. Pese a ello, una explosión atribuida a un proyectil de tanque ocasionó la muerte de un miembro del personal de la ONU y dejó gravemente heridos a otros cuatro; el ejército israelí negó su responsabilidad en este incidente.
En cuanto al contexto internacional, el gobierno de Estados Unidos manifestó su respaldo a Israel. Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, destacó que el presidente había advertido que si todos los rehenes no eran liberados, "se desataría un infierno". En paralelo, Hamás declaró estar revisando propuestas de mediación presentadas por Egipto y Estados Unidos, que incluyen una posible tregua de 30 a 60 días a cambio de liberar a los rehenes. Sin embargo, Hamás también ha respondido militarmente disparando cohetes hacia Tel Aviv, de los cuales uno fue interceptado y dos impactaron en zonas deshabitadas.
Mientras las operaciones militares se desarrollan, las tensiones internas en Israel se incrementan. Miles de ciudadanos protestan contra el primer ministro Benjamin Netanyahu, acusándolo de reanudar el conflicto en Gaza para fortalecer su posición política, y de descuidar la seguridad de los rehenes. Además, el Tribunal Supremo de Israel ordenó la suspensión temporal del despido de Ronen Bar, jefe del Shin Bet, decisión promovida por Netanyahu en medio de acusaciones de desconfianza.
En el frente humanitario, Gaza enfrenta una crisis agravada por el bloqueo del suministro de alimentos, combustible y ayuda humanitaria. La ONU advirtió que el organismo que gestiona la ayuda alimentaria en Gaza solo tiene harina suficiente para distribuir por seis días, agravando la situación de miles de civiles atrapados en medio del conflicto.
Desde el inicio de este enfrentamiento en octubre de 2023, más de 49.000 personas han muerto como resultado de la ofensiva israelí en Gaza, en su mayoría civiles, mientras que en el ataque sorpresa de Hamás al inicio del conflicto murieron unas 1.200 personas, la mayoría de ellas civiles israelíes. El último alto el fuego en Gaza, acordado en enero en tres fases, fue interrumpido antes de que pudiera implementarse una segunda etapa que preveía la liberación de todos los rehenes y el cese permanente de las hostilidades. Esta ruptura evidenció la fragilidad de los acuerdos en el contexto del prolongado conflicto.