Durante la reciente asamblea general anual de Nestlé, una propuesta que buscaba comprometer a la empresa a reducir su dependencia de productos altos en grasas, azúcares y sales fue notablemente rechazada. A pesar de que el 11% de los accionistas apoyaron la medida, un abrumador 88% votó en contra, reflejando una resistencia significativa a cambiar las estrategias de productos indulgentes de la compañía. Esta decisión se produce en un momento en que la preocupación por las dietas saludables está en aumento y la presión sobre las empresas de alimentos para que fomenten mejores hábitos alimenticios se intensifica.
Nestlé, que es el mayor conglomerado de bienes de consumo del mundo y propietario de marcas como KitKat y Nescafé, ha defendido su enfoque, argumentando que sus productos indulgentes pueden ser disfrutados de manera responsable y moderada. La empresa sostiene que una prohibición o reducción significativa en estos productos podría limitar su libertad estratégica y la capacidad de tomar decisiones gerenciales responsables, lo cual, según ellos, no sería beneficioso ni para los consumidores ni para los accionistas.
Simon Rawson de ShareAction, una ONG que lideró la campaña por la propuesta, destacó que aunque no se logró el apoyo necesario, es imperativo que los accionistas consideren los impactos en la salud pública de sus inversiones. ShareAction y otros grupos de activistas han señalado que aproximadamente el 70% de las ventas de Nestlé en el Reino Unido provienen de alimentos considerados poco saludables, basándose en investigaciones de la Universidad de Oxford y la organización juvenil BiteBack.
La compañía ha intentado abordar estas preocupaciones mediante el establecimiento de objetivos nutricionales para 2030, que incluyen aumentar la venta de productos más nutritivos. Sin embargo, críticos argumentan que estos objetivos son insuficientes y no abordan el problema central de la dependencia de productos no saludables que siguen siendo una gran parte de su cartera y ventas globales.