El anuncio del presidente Joe Biden sobre el incremento de tarifas arancelarias al 100% para los vehículos eléctricos fabricados en China busca resguardar a los fabricantes estadounidenses de la competencia desleal. Además de los automóviles eléctricos, la Casa Blanca ha decidido imponer mayores restricciones a una serie de productos chinos, incluidos baterías de litio, minerales críticos, celdas solares, semiconductores, acero, aluminio y equipos de protección personal, sumando un total de $18 mil millones en bienes afectados. Estas medidas entrarán en vigor 90 días después del anuncio oficial.
El mandatario estadounidense ha incrementado las tarifas actuales del 25% a 100%, añadiendo un 2.5% adicional sobre estos bienes, con el objetivo declarado de evitar un desbordamiento del mercado por productos más baratos provenientes de China. La administración considera que el gobierno chino subsidia fuertemente su sector automotriz, lo que podría amenazar a los fabricantes de vehículos eléctricos en Estados Unidos.
Este movimiento, considerado simbólico por muchos analistas debido a que los vehículos eléctricos chinos ya enfrentaban aranceles previos, también se enmarca dentro de un esfuerzo más amplio por incentivar la producción de baterías y tecnologías limpias dentro de los Estados Unidos o entre sus socios comerciales. La preocupación de Biden también se extiende a otros productos de energía limpia, incluyendo paneles solares y minerales críticos, en un intento por contrarrestar la influencia china en estos mercados menos costosos.
En contraste, la Unión Europea (UE) ha optado por no igualar las tarifas impuestas por Estados Unidos sobre los vehículos eléctricos chinos, citando restricciones impuestas por la Organización Mundial del Comercio (OMC). Actualmente, la investigación de la UE está en proceso y se espera que resulte en medidas menos severas que las de EE.UU.