El 20 de abril de 2025, JD Vance, vicepresidente de Estados Unidos, mantuvo una reunión de unos minutos con el Papa Francisco en la Casa Santa Marta, en el Vaticano. Ambos intercambiaron saludos de Pascua durante este encuentro, en el que el pontífice obsequió a Vance varias piezas representativas: rosarios, una corbata del Vaticano y tres grandes huevos de chocolate de Pascua, uno para cada uno de los hijos del vicepresidente estadounidense. La audiencia se realizó horas antes del fallecimiento del Papa, que tuvo lugar en la madrugada del 21 de abril de 2025.

El encuentro fue considerado inesperado debido a los desacuerdos públicos previos entre Vance y Francisco en torno a las políticas de inmigración implementadas por la administración de Donald Trump. En febrero de 2025, el Papa había criticado las deportaciones masivas en Estados Unidos, calificándolas como una "crisis mayor" que afecta la dignidad de muchas personas. Además, en una carta dirigida a los obispos católicos estadounidenses, el pontífice advirtió que las acciones sostenidas únicamente en la fuerza y no en principios de dignidad humana “comienzan mal y terminarán mal”.
Otro punto de tensión fue el concepto teológico de "ordo amoris", que Vance había invocado públicamente para argumentar la prioridad del deber hacia los ciudadanos estadounidenses por encima del trato a los migrantes. El Papa Francisco replicó que el verdadero significado de ese principio exige una fraternidad sin exclusión, promoviendo el amor y la apertura hacia todos, sin excepciones.

Un día antes, el 19 de abril, Vance también sostuvo conversaciones con el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, y el ministro de Relaciones Exteriores, arzobispo Paul Gallagher. Durante estas reuniones discutieron la situación internacional e intercambiaron puntos de vista sobre conflictos armados y crisis humanitarias, con énfasis en temas relacionados con migrantes y refugiados.
Tras confirmarse la muerte de Francisco, Vance manifestó sus condolencias a través de sus redes sociales, recordando su último encuentro y el papel del pontífice en la comunidad cristiana internacional. En su mensaje final, el Papa instó a la solidaridad y la empatía hacia las personas vulnerables y marginadas, alentando una renovada confianza y bondad para con los demás.
La visita de Vance y las expresiones finales de Francisco transcurrieron en un contexto de marcada tensión entre la Iglesia Católica y la administración Trump, bajo la cual han sido promovidas políticas de endurecimiento migratorio y la construcción de muros fronterizos. Francisco había sostenido abiertamente que quienes solo buscan erigir muros “no son cristianos”, reafirmando así sus críticas a las acciones estadounidenses que afectan a migrantes y refugiados.