Estados Unidos y Ucrania firmaron en Washington el 30 de abril de 2025 un acuerdo calificado de histórico, mediante el cual se formaliza la cooperación bilateral para la explotación de minerales y recursos naturales en territorio ucraniano, así como para la reconstrucción económica tras la guerra.
El convenio prevé la creación del Fondo de Inversión para la Reconstrucción EE.UU.-Ucrania, que contará con un capital aportado en partes iguales por ambos países, es decir, cada uno financiará el 50%. El fondo estará destinado a la inversión en la extracción de minerales, petróleo y gas, así como en el desarrollo de infraestructura esencial vinculada a estos sectores.
En cuanto a la distribución de ingresos, el acuerdo establece que las ganancias generadas se repartirán de manera equitativa, con un 50% para Estados Unidos y un 50% para Ucrania. Se dispuso, además, que ni los ingresos generados ni las contribuciones de capital estarán sujetos a ninguna carga tributaria en ambos países, a fin de maximizar la rentabilidad de las inversiones y facilitar la circulación de capitales implicados.
Pese a la participación norteamericana, Ucrania mantendrá el control total sobre sus recursos minerales y la infraestructura correspondiente. Según declaró Yulia Svyrydenko, ministra de economía de Ucrania, será el Estado ucraniano el responsable de determinar las zonas y volúmenes de extracción, y la propiedad del subsuelo permanecerá bajo dominio ucraniano.
El acuerdo otorga a operadores estadounidenses acceso preferencial para invertir en cualquier proyecto de extracción de minerales raros en Ucrania, así como el derecho de primera negativa, es decir, la posibilidad de rechazar o asegurar primero las inversiones en el sector antes de que otros actores internacionales sean invitados.
Respecto al reparto de utilidades, se acordó que durante los primeros diez años desde la entrada en vigor del fondo no existirán beneficios distribuidos. Todos los ingresos deberán reinvertirse en nuevos proyectos o destinarse a la reconstrucción económica de Ucrania, según lineamientos que ambas partes seguirán discutiendo.
El acuerdo integra un componente de seguridad geoestratégica, pues la ayuda militar estadounidense futura a Ucrania se contabilizará como parte de las aportaciones al fondo común, vinculando así el apoyo militar con la inversión económica y la reconstrucción.
El proceso de negociación del acuerdo fue arduo, con múltiples rondas y presiones bilaterales. En el último tramo, Estados Unidos insistió en complementar el acuerdo principal con tratados paralelos relacionados con la estructura y funcionamiento del fondo.
Esta alianza económica y estratégica se considera clave para la reactivación y el futuro crecimiento de Ucrania, ya que podría facilitar la llegada de inversión extranjera y contribuir a desbloquear activos de desarrollo en una economía gravemente afectada por el prolongado conflicto con Rusia.
La firma del acuerdo fue celebrada por altos funcionarios ucranianos como un hito en los esfuerzos para reconstruir la infraestructura del país y sentar las bases para su recuperación. La administración estadounidense, por su parte, destacó que la medida refuerza su apoyo a la soberanía de Ucrania y envía un mensaje directo al gobierno ruso sobre el compromiso de Estados Unidos en el proceso de paz.
Con este pacto, la relación entre ambos países se redefine en torno a la cooperación en recursos estratégicos y la reconstrucción nacional, combinando elementos económicos, políticos y de seguridad en el contexto actual del conflicto.