El 28 de abril de 2025, un apagón de grandes proporciones dejó sin electricidad a una vasta parte de España y Portugal a partir de las 12:33 p.m. hora local. La interrupción fue originada por una caída súbita de 15 gigavatios, equivalente al 60% de la demanda total de ambos países. Expertos de la portuguesa REN atribuyen el evento a un fenómeno atmosférico inusual que generó oscilaciones anómalas en las líneas de alta tensión. Estas fluctuaciones provocaron una “vibración atmosférica inducida”, con fallos de sincronización eléctrica entre los sistemas nacionales y la red interconectada europea, especialmente en el enlace con Francia.
El apagón desencadenó una amplia serie de inconvenientes: trenes, metros, semáforos, cajeros automáticos, telefonía e internet quedaron fuera de servicio. Tan solo en Madrid, hubo 174 rescates de personas atrapadas en ascensores. Las actividades hospitalarias sufrieron interrupciones; casos críticos fueron atendidos con generadores de emergencia.
Ante la magnitud del corte, el Gobierno de España declaró el estado de emergencia en comunidades como Madrid, Andalucía y Extremadura, tomando control directo de la gestión de la crisis. Más de 35,000 pasajeros quedaron bloqueados en más de 100 trenes, mientras que los aeropuertos de ambos países se vieron paralizados con 96 vuelos cancelados en Portugal y 45 en España.
En la fase inicial de recuperación, para la noche del mismo 28 de abril, se había restablecido aproximadamente la mitad del suministro eléctrico en España. A las 22:00 horas, el 62% de las subestaciones (421 de 680) estaban operativas, permitiendo recuperar el 43.3% de la demanda energética. En Portugal, la electricidad volvió a funcionar en 750,000 hogares. Sin embargo, once trenes seguían requiriendo asistencia hasta avanzada la noche.
Red Eléctrica de España (REE) informó que la restauración total tardaría entre 6 y 10 horas, dependiendo de la región; algunas zonas ya habían recuperado hasta el 90% del suministro, mientras otras disponían de menos del 15%. En respuesta, las autoridades recomendaron a la población limitar desplazamientos y usar los servicios de emergencia solo en casos imprescindibles.
La emergencia requirió colaboración internacional. Francia y Marruecos enviaron asistencia para contrarrestar la escasez energética, implementándose planes de contingencia en hospitales y otros servicios críticos.
Este episodio es considerado uno de los apagones más graves en la historia reciente de la península ibérica, dada la cantidad de infraestructura afectada y el impacto poblacional, con millones de personas y cientos de miles de servicios básicos paralizados por varias horas.