De acuerdo con los datos difundidos por la Agencia Internacional de Energía (IEA), las inversiones globales en energía limpia alcanzarán los 2.15 billones de dólares en 2025, frente a los 1.15 billones de dólares que se prevé se destinen a combustibles fósiles este año. El informe destaca que la inversión en fuentes tradicionales como el petróleo, el carbón y el gas ha mostrado una tendencia estable durante la última década, con una leve disminución. Luego de la caída registrada durante la pandemia, hubo un repunte moderado, aunque se observa que este crecimiento está perdiendo fuerza para 2025.
La inversión en tecnologías limpias, sin embargo, ha experimentado una trayectoria ascendente más marcada. El análisis estadístico revela que mientras el ajuste polinómico de segundo orden para la inversión en combustibles fósiles tiene un coeficiente de determinación de R² = 0.74, el mismo modelo aplicado a la energía limpia alcanza R² = 0.94. Esta diferencia indica una mayor confianza en la continuidad del aumento de las inversiones en energía limpia, salvo que ocurra una alteración importante en el mercado.
El objetivo de alcanzar emisiones netas cero para 2050 requeriría una inversión anual promedio de 4.5 billones de dólares, lo que representa el doble del nivel actual. El informe de la IEA señala que los analistas han mostrado tradicionalmente cautela en las previsiones relacionadas con la expansión de la inversión en energías limpias; sin embargo, los datos recopilados sugieren que dicho objetivo es potencialmente alcanzable si se mantiene la tendencia actual.
Aunque el crecimiento acelerado de la inversión en energías limpias podría experimentar una moderación en los próximos años, similar a la desaceleración observada a mediados de la década de 2010, se estima que para 2050 la inversión anual promedio alcance o supere los 4.5 billones de dólares requeridos.
El informe indica que el 85% del crecimiento de la demanda eléctrica global en los próximos dos años provendrá de economías en desarrollo y emergentes, donde históricamente el carbón económico ha sido predominante. No obstante, se espera que tecnologías solares y eólicas incrementen su participación en estas regiones.
En el caso de Estados Unidos, la incertidumbre en los pronósticos sobre la demanda está llevando a las empresas de servicios públicos a considerar diferentes opciones, como turbinas de gas y energía nuclear, ante los márgenes de error en sus estimaciones. A pesar de esto, las energías renovables acopladas a sistemas de almacenamiento de energía emergen como alternativas competitivas a largo plazo, tanto por la reducción de sus costos como por su flexibilidad para adaptarse a diversas escalas y entornos de precios.